Una de las cosas más sorprendentes que tienen las series norteamericanas es la capacidad de hacer resúmenes increíbles de los episodios anteriores, editados y musicalizados como los dioses, y en los que no sólo uno puede rememorar cosas de la trama que seguramente olvidó, sino que también puede intuir hacia dónde va a ir el capítulo que está por comenzar.
Bueno, en los ochenta y en la TV argentina no había ni tiempo ni recursos tecnológicos para nada de eso. En consecuencia, las cosas se resolvían como se podía. En la telenovela Dos para una mentira (Canal 9, 1986) no debían tener una buena relación con el editor. O tal vez la máquina estaba descompuesta. Entonces, en lugar de tener un compilado de imágenes al principio de cada capítulo, los actores se paraban sobre un fondo negro y volvían a repetir las cosas relevantes del capítulo anterior. Si había pobreza… que se note.